Ibiza reúne este verano exclusividad y lujo. En el verano de la vuelta a la vida, la recuperación de la actividad ha sido total después de un 2021 a medio gas con el ocio cerrado.
La exclusividad que busca el turista se vive en cada rincón de la isla, pero especialmente en algunos espacios que mes tras mes logran atraer a famosos, futbolistas, influencers y otros muchos rostros conocidos, pero también muchos rostros anónimos que saben valorar la vida en esta bella isla.
La exclusividad no la miden en el ticket final del importe, es la posibilidad de vivir experiencias únicas que solo ocurren en Ibiza, como un concierto inesperado a la luz de la luna por alguno de los cantantes famosos que año tras año visitan esta isla, poder cenar al lado de David Guetta, o tomar el sol en espacios tan exclusivos en los que se mantiene la privacidad total y nadie sabe quién va o quién viene, pues todo queda bajo secreto de sumario.
En muchos destinos turísticos cualquier invitado fotografía el evento con su móvil y lo comparte en sus redes sociales. El mantra es «yo estuve allí», una frase de la que huye Ibiza, que busca crear situaciones curiosas y sorprendentes que nos hagan olvidar el móvil y solo pensar en vivir el momento.
Las grandes fortunas mundiales frecuentan Ibiza atraídos por su belleza, por las experiencias que van a vivir y aquellas que aún desconocen. No buscan mostrar, quieren compartir con sus amigos y familias un momento que nunca se va a volver a repetir y que todos desearíamos vivir.
El lujo, la exclusividad, muchos lo identifican con la artesanía, con el placer por el detalle, de lo hecho a mano. Antes el lujo era patrimonio de unos pocos que reclamaban artículos acordes con un tipo de vida que ya no existe. Lo que ha cambiado son los hábitos de vida.
Hablamos de espacios a los que solo se puede acceder en barco, restaurantes efímeros a los que solo es posible acudir por invitación y que se comparte unas horas antes a grupos muy reducidos, ese es el turista o más bien el viajero, que encuentra en Ibiza el cuidado por los detalles, donde los servicios están a la altura del paisaje que vemos cada minuto del día.
Ya nadie necesita sombrereras, pero a lo mejor Vuitton fabricará el maletín donde nos traerán a la mesa nuestro vino.